La Historia del Vino

Hay una antigua fábula persa que reconoce a una mujer como la descubridora del vino. Según la fábula, era una princesa que había perdido el favor del rey. La vergüenza era tan abrumadora que se comió unas uvas de mesa que se habían estropeado en su jarra en un intento de acabar con su vida.


Su suicidio no salió como había planeado: en lugar de caer en el sueño eterno, se mareó, se embriagó y se desmayó. Cuando se despertó, vio que todos los problemas de su vida parecían haber pasado. Siguió comiendo las uvas estropeadas y su humor cambió tanto que recuperó el favor del Rey.


El primer indicio del vino que todos conocemos y amamos se remonta a fósiles de hace sesenta millones de años, lo que significa que nuestros antepasados prehumanos bien pudieron darse cuenta de que las uvas más viejas habrían sido más deseables. También podemos observarlo con nuestros amigos animales de hoy, que tienden a preferir la fruta más madura.


Los primeros restos de vino se descubrieron en el yacimiento de Hajji Firuz Tepe, en los montes Zagros del norte de Irán. El vino se remonta al Neolítico (8500-4000 a.C.). La datación por carbono confirmó que el vino era de algún momento entre 5400-5000 a.C.


Aunque todavía no se ha encontrado una datación del vino anterior a esta fecha, se cree que el arte de la elaboración del vino comenzó poco después del 6000 a.C. Se cree que esta es la fecha de una de las creaciones más trascendentales de la humanidad, ya que los habitantes de estas regiones habían conseguido crear asentamientos permanentes mediante la domesticación de animales y plantas.